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jueves, 6 de octubre de 2011

Miguel Arellano Félix Narco Convertido Al Cristianismo

Tenía 12 años cuando asesinó a su primera víctima. De ahí en adelante, la vida de John Henry Millán, mejor conocido como “El Chino”, se convirtió en un verdadero infierno de sangre, muertes y drogas.Pero todo eso quedó en el pasado desde que, hace ya más de 20 años, se convirtió en un cristiano evangélico. Ante decenas de miembros de la Iglesia de Jesucristo El Caballero de la Cruz, en Bayamón, Puerto Rico, contó sobre los retos a los que se enfrentó en esa época, ante una audiencia de jóvenes y adultos que le escuchaban atentamente.

Fue invitado como parte de una cruzada de la Iglesia con el propósito de que fuera una voz de conciencia ante la ola de crímenes que sufre el País, dijo el pastor Dennis Lugo Nieves, quien destacó que la Iglesia entendió que “debíamos traer un testimonio para testificar sobre su conversión y transformación”.

La actividad, denominada “Entre el cartel, la muerte y la libertad” comenzó y el viernes y culminó ayer con un contundente mensaje de Millán sobre el poder de Dios en las personas que “les abren su corazón”.
Su transformación, dijo, comenzó cuando estuvo frente a la muerte. Entonces recordó a dos ancianas, Carmen y Anita, que le habían hablado de Jesucristo.
“Me habían dicho que Jesús era una mejor opción que el hombre poderoso al que yo le servía”, dijo. Y así fue como públicamente terminó diciendo que dejaba de servir al poderoso Cartel de Medellín “para servirle a uno más bravo que (el notorio narcotraficante colombiano Pablo) Escobar, a Jesucristo”.
Sin embargo, afirmó que el laberinto más grande en el que estuvo fue cuando la Iglesia no le creyó su conversión.
“Después de decirle sí a Jesús me dijeron que necesitaba crecer en Cristo”, contó Millán a una audiencia pendiente ante sus palabras.
De hecho, en tono humorístico dijo que fue a un “evento evangélico” y que en ese momento creía que eran “personas medias raras que tocaban panderetas y lo hacían mal”. No obstante, aclaró que esas personas siempre lo apoyaron y así empezó “mi trato con Dios”.
Millán no esconde su pasado. Fue la mano derecha del poderoso narcotraficante colombiano Pablo Escobar. Y como parte de la alta esfera del Cartel de Medellín – que se estima controló el 80 por ciento del tráfico mundial de cocaína durante la década del ochenta – el Ministerio Colombiano de Justicia responsabilizó a “El Chino” de por lo menos 246 asesinatos, cometidos en su rol de sicario del cartel.
En 1990 se acogió a una amnistía que cobijaba a los involucrados en el narcotráfico de la década previa, así que no tuvo que cumplir cárcel. Pero fue torturado durante 27 días por milicianos de Colombia.
Durante los pasados años ha visitado la Isla con el mismo propósito con el que vino esta vez: tratar de sacar a los jóvenes del narcotráfico y que “busquen de Dios”.
De hecho, el colombiano dedica la mayora de su tiempo a predicar el Evangelio. Y con un mensaje de esperanza y amor ha recorrido el mundo. Además, es el autor de ‘Los hijos del dolor’, su autobiografía.
Según el pastor Lugo Nieves, el Chino Millán llevó su mensaje a diversos sectores del área metropolitana. Entre ellos, el residencial Barbosa, Virgilio Dávila y varios sectores que sufren violencia.
“Más de 200 personas ya han decidido entregar su corazón al Señor”, agregó.

Afirma ser hijo de uno de los fundadores del cártel de Tijuana y haber abandonado la banda para convertirse en pastor cristiano.
En conferencias en la Alianza Ministerial Evangelista de Durango, se presenta como Miguel Arellano Félix y ofrece su testimonio para lograr la conversión de más personas.
“Soy hijo de Ramón Arellano Félix. Pertenecí 10 años al cártel de los Arellano Félix. Era el piloto aviador del cártel. Durante cuatro años, fui jefe del cártel Arellano Félix, recorrí el país traficando con drogas“, asegura en entrevista posterior a una de las conferencias que dio el 31 de julio y el 1 y 2 de agosto.
“Estuve prisionero en Puente Grande, Jalisco, condenado a 25 años de cárcel. Nomás estuve un año. Tuve un proceso”, relata.
Afirma haber sido acusado de la muerte de 12 federales registrada en Tijuana en 1998 y de varios secuestros.
“Yo creo y estoy seguro que Jesucristo me sacó de ahí (de la cárcel)”, dice.
También asegura que sufrió persecución luego de abandonar la banda criminal.
“Ahora me dedico a predicar la palabra de Dios (…) El mensaje que traigo: que los jóvenes no caigan en las drogas. El narco es un monstruo que abraza familias completas”.

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